SIGUIENDO LAS HUELLAS DE CRISTO

 



Reflexiones sobre la peregrinación a Tierra Santa (24 octubre 31 octubre 2022)

1º JORNADA: LLEGADA.

La santidad de esta tierra no se aprecia en su físico geográfico. El paisaje mediterráneo nos resulta familiar. Si acaso encontramos lo “santo” entendido como apartado en los poblados palestinos que tras un viejo y gris muro se erigen frente a la gran urbe de Tel Aviv. Los minaretes y las cúpulas doradas de las mezquitas nos muestran un territorio desgarrado en varios pueblos que ora pugna ora se tolera más que nos aleja de la idea de homogeneidad étnica o cultural a la que estamos habituados los europeos.

Dejamos atrás la ciudad de Tel Aviv para adentrarnos en la Galilea de Jesus, habitada antaño por la tribu de Zabulón. De Galilea nos sorprende la intensidad de los cultivos que conviven con los verdes bosques nacidos al amparo del benigno clima norteño.

La ciudad de Nazaret es nuestro primer destino. De mayoría árabe, contrastan dos estilos de vida contrapuestos: el judío y el árabe.

2º JORNADA:NAZARET.

El monte Tabor se eleva sobre el apocalíptico valle del Armagedón. En su cima, Nuestro Señor hizo visible su divinidad apuntada por su Padre frente a Elías y Moisés, Profetas y Ley, Pedro, Juan y Santiago. Pedro, sorprendido por distinguir a Elías y Moisés y a su Señor en toda su gloria, no pudo más que balbucear unas palabras, medroso, proponiendo la construcción de unas cabañas para tales ilustres invitados. ¿Acaso no somos como Pedro que ante el poder de Dios somos tan miserables que ni siquiera podemos articular una frase apropiada?

¿Por qué nos elegiste, Señor?¿Por qué nos sanaste con tu sangre?

La humildad de tu pueblo, Nazaret, y de tu familia ante cuya sencilla casa hemos orado no hace sino resaltar más tu gloria y manifestar más nuestro pecado. Tú, el verbo eterno, te encarnaste en una buena mujer de esta villa. Ella te dijo sí, sin miedo. ¿De verdad nosotros seguimos el ejemplo de tu santa Madre? Vemos tus maravillas en el mundo pero, ¿de veras te vemos en nuestro corazón?

Deambular por las rúas de Nazaret, orar ante el pozo de la Virgen, ante la casa donde el Ángel de Dios anunció a tu madre la Encarnación del Verbo eterno o el hogar donde aprendiste a caminar, a trabajar o a reír como hombre que eres sacian mi sed de Palabra y a la vez me exigen profundizar más en comunión contigo. Señor, enséñame a amarte más; a amarte como María y José te amaban.

3º. JORNADA: GALILEA.

Señor, te he visto caminar sobre las aguas del mar de Galilea, ese que tanto conoces. Te he visto avanzando con seguridad hacia mí. Te he sentido ayudándome cuando mi falta de Fe me hundía sin remedio en las aguas del mundo. Te he visto navegando desde Cafernaun a Magdala. Te he visto redimiendo y dando esperanzas a los pobres y perseguidos de Israel en la montaña de las bienaventuranzas.

He sentido tu palabra viva al recitar los versículos de tu Escritura (Hechos 2) frente a la casa de Pedro, aquel lugar donde devolviste el andar al paralítico y allí donde tus primeros seguidores se reunían para adorarte. Gracias te doy por la bendición de poder orar y meditar sobre la que fue la primera casa de oración de la Cristiandad.

Te vi en la ilusión de mi suegra al pronunciar las bienaventuranzas en la concurrida montaña frente al mar de Galilea.

Hoy te he sentido cerca. Hoy he visto tu llamado.

4º JORNADA:JUDEA.

Dejando atrás la fértil Galilea, ponemos rumbo sur y atravesamos el desierto de Judea junto al margen este del Jordán. Seguimos las rutas de las caravanas que unían Damasco con Egipto. Recorremos las huellas que los patriarcas de Israel, Abraham, Isaac y Jacob marcaron en sus andares por la tierra prometida del Señor.

Entrando en las aguas del pequeño Jordán, el Espíritu Santo fortalece mi fe, recordando las promesas de mi bautismo. Momento especial. La regeneración espiritual del bautismo nos hace felices a mi esposa y familia. Notamos el Espíritu de Dios en las aguas santificadas por nuestro Señor cuando fue sumergido aquí mismo por Juan el Bautista.

No lejos de allá, Jericó se abre a nosotros como ciudad pobre árabe en medio de un desierto que la mata y la sustenta. La ciudad actual no hace justicia a la milenaria historia de la urbe, cuyas murallas cayeron bajo el invencible aullido de las trompetas de Yaveh. Hoy en Jericó apenas son audibles los mugidos de sus camellos y las voces de los solícitos vendedores palestinos que parecen laborar solo cuando nos acercamos los peregrinos.

5º JORNADA: BELEN.

No pocos nunca llegan a entender la razón por la que Tú, el Verbo eterno de Dios, te rebajaste a asumir carne humana. Yo sé que fue por amor; era tan majestuoso e incomprensible el amor del Padre hacia su creación que envió a su Hijo a sufrir y morir solo para salvarme a mi, terrible pecador. Dios nos avisó por medio de los profetas. Así todo se cumplió. El Hijo aplastó la cabeza del Mal con su victoria sobre la muerte. Sin embargo, al ver el exacto lugar donde naciste, marcado con una estrella, en Belén, no puedo sino rendirme ante la inmensidad del plan de Dios. Siendo Dios, te humillaste como niño indefenso en un oscuro pesebre excavado en una de las grutas de la pequeña Belén, ciudad de tu antepasado regio David. Todo por amor. Tu fragilidad revela la potencia de Dios.

Por ti lucharon bizantinos y latinos. La Basílica erigida por Justiniano permanece en pie a pesar de los crueles avatares de estas tierras. Ni musulmanes ni persas se atrevieron a destruir tu cuna. ¿Acaso no es signo de que hasta tus enemigos te reconocen victorioso?

6º JORNADA: JERUSALÉN.

Cuando coloqué una mano sobre el sepulcro santo, una intensa fuerza interna me compelió a colocar la otra, mientras mis labios susurraban la oración de Jesús pidiendo misericordia a aquel que desde esa piedra, estando muerto, se levantó, recuperando su vida.

El Santo Sepulcro se ubica dentro de un edificio cuadriculado en el interior de una heterogénea basílica donde canticos armenios, coptos, católicos y greco ortodoxos se entremezclan con el susurro de las ingentes masas de turistas que abarrotan el lugar.

No lejos de aquí en el llamado Cenáculo, Cristo sopló su Santo Espíritu a sus apóstoles. No nos abandonaste, Señor. Sentí tu poder ante tu tumba vacia. Sé que tu Espíritu me tocó el corazón este día. Hazme uno contigo, ahora y siempre, Señor.

Esta peregrinación es solo el inicio del peregrinar de nuestra vida contigo, Señor. Acompáñame hasta el Padre diariamente para que ya nunca nos separemos.

Amén.

En Jerusalén, a 31/10/2022.

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