SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA


Un llamado que no se puede negar.

Mateo 4: 18-23 18

Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.

En el Evangelio de hoy, San Mateo narra el inicio del ministerio público de Jesús. Jesús abandona su hogar en Nazaret y se encamina hacia el Mar de Galilea a predicar la venida del reino d Dios. Fíjate donde comienza su ministerio. Cristo viene a nosotros a proclamar su reino a Galilea de los gentiles, un territorio periférico del norte de Israel, lejos del centro de la religión judía que era Judea y Jerusalén. Lejos del templo y de los sacerdotes. Lejos del lujo y de las riquezas. Fue a una tierra asignada a las pequeñas tribus de Zabulón y Neftalí, en otro tiempo humilladas y hoy bendecidas. Todo para que se cumpliera lo predicho por el profeta Isaías: que las tribus de Zabulón y Neftalí que caminaban en tinieblas verían una luz grande (Isaias 8, 23-9)

Acercándose a la playa del gran lago o mar de Galilea, Jesús vislumbra a dos hermanos, Andrés y Pedro, laborando duramente en el oficio familiar, la pesca. Ellos no lo sabían pero Jesús estaba también pescando. ¡Qué admirable pesca la de nuestro Salvador! El Señor les llama. El Señor les manda que lo sigan, que pesquen ahora almas con él. Dios mismo hecho carne les está llamando. ¡Qué bendición más enorme!¿Cómo reaccionan ante este llamado? Ellos no dicen: “vamos a pensárnoslo, Señor”, “déjanos regresar a casa y prepararlo todo para seguirte”, como aquel joven que le preguntó si podía enterrar primero a su padre (Mateo 8:21). No, ellos lo dejan todo inmediatamente y le siguen. La llamada de Dios es tan fuerte que no la anteponen absolutamente nada. Ellos fueron elegidos antes de la fundación del mundo. Ellos responden sin miedos al llamado.

El Señor te está llamando. Él te llama en tus problemas, en tus disyuntivas, en tus dudas y en tus alegrías. Él quiere que le acompañes cuando escuchas su Palabra en la Iglesia, cuando lo recibes espiritualmente en la Santa Cena o cuando ves a tu prójimo en apuros Él quiere que lo sigas no solo el domingo sino en cada una de tus jornadas. Ahora te pregunto, ¿cómo recibes ese llamado?¿con alegría o con pereza?¿ con miedo o con esperanza? De seguro que a veces has sentido el llamado pero has tenido miedo. No es fácil seguir al Señor. Hay que portar una dura cruz. Posiblemente, has preferido confiar en tus obras o has optado por adaptarte al mundo para evitar problemas. Ser cristiano en este mundo pagano está cada vez más complicado. ¿Por qué crees que Jesús eligió la periférica y pagana Galilea para iniciar su ministerio? ¿Crees que los apóstoles lo tuvieron fácil para seguir al Hijo de Dios? Se vieron obligados a dejar atrás a sus familias, a sus trabajos seculares o a su tierra, para servir a Dios predicando la venida de su reino.

Existen en el mundo cristiano varios tipos de vocaciones o llamados: la vocación al ministerio, de alta responsabilidad, para predicar por el poder de las llaves y administrar sacramentos, que es la que Dios entrega a los ministros; y la vocación de todo cristiano, de nacer de nuevo, de ser regenerado y de servir al Señor durante toda su vida, cada uno según sus dones y carismas. Hay mucho que hacer para el Señor. Yo sé que a veces le has dicho que no al Señor. Sé que a veces has preferido disfrutar de tu tiempo antes de leer la Palabra de Dios. Sé que en ocasiones has puesto por delante alguna afición a orar. Sé que alguna vez has dado la espalda a tu prójimo por comodidad. Sé que no pocas veces has preferido aceptar una ideología del mundo, más tolerada socialmente, que confesar que eres seguidor de Jesús, Redentor del mundo.

Dios conoce tus debilidades. Las conoce y te vuelve a llamar. Ahora te llama al arrepentimiento. Dios te eligió. Es hora de que te des cuenta de tal bendición, de que te arrepientas y le sigas con gozo, sin miedo ni dudas, tal y como Pedro y Andrés hicieron aquel día en Galilea.

¿Cuál era la caña de pescar con la que pescaban los apóstoles y con la que debes pescar tú en tu día a día? Era y es el Evangelio. La buena nueva que Jesús proclama a los cuatro vientos es que el reino de Dios está cerca. Ello no indica un reino temporal y político. No. Lo que anuncia Jesús es que Dios es quien reina, que Dios es el Señor, encarnado en hombre, que ha nacido por ti, vivido por ti y muerto por ti. Dios vino a los apóstoles hace dos mil años y Dios se te acerca cada día para salvarte. Cristo trajo el reino eterno prometido a David. Dios reina en el mundo por medio del Hijo y con la fuerza del Espíritu Santo. Esto es lo que quiero que anuncies en tu vida. Al afligido por sus pecados, recuérdale que con un verdadero arrepentimiento, sus pecados le son perdonados. Al perdido en esta vida de turbulencias, que Jesús es la luz del mundo, que le iluminará en sus días más oscuros. Al indiferente o al tibio, que Cristo es la razón que da sentido a su vida. A todos, en definitiva, que Dios los eligió para ser santificados en Cristo. Así es como se salvan almas para Cristo.

No olvides tu llamado. No des la espalda a tu vocación. Jesucristo te llama. Deja todo pecado atrás, y síguelo sin miedo. Él no se fija en tus errores, se fija en tu arrepentido corazón.

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