3º DOMINGO DE CUARESMA

3º DOMINGO DE CUARESMA. 

Todos necesitan arrepentirse.

 Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente (Lucas 13: 5)

 


Los zelotes eran judíos intransigentes, fanáticos y violentos cuyas irreflexivas acciones contra el dominio romano solo les acarrearon derramamiento de sangre, muerte y destrucción. Justificaban sus crímenes bajo una apariencia de piedad y devoción por su Señor. Excusaban sus masacres, diciendo: “fuera paganos de Israel”. Sin embargo, sus manos estaban manchadas de sangre inocente en no pocos casos. ¿Qué consiguieron con sus acciones? Únicamente que su propia sangre corriera por los altares, vertidas por los implacables prefectos y procuradores romanos. El justo castigo a su obstinación fue la muerte. La paga de su pecado fue la muerte (Rom 6:23)

Sobre Judas el Galileo y sus seguidores, los zelotes, cuestionaban a Jesús en el Evangelio de hoy. Los que le preguntaban acerca de esta cuestión querían sentirse superiores a tales levantiscos sanguinarios. Quizás quisieran algun reconocimiento público de mayor santidad por parte de Jesús. “Yo no soy como esos delincuentes, como esos avaros, esos idólatras o como esos adictos. Mis pecadillos son nimios son en comparación con los de los homicidas o ladrones” Algunos realmente piensan así. ¿Han pasado tales pensamientos alguna vez por tu cabeza? Si es así, escucha la respuesta de nuestro Señor:

 

¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?

¿Acaso piensas que un preso es más pecador que tú?¿Crees que merece el padecimiento eterno más que tú?¿sus pecados pesan más que los tuyos? Sigues la oración del fariseo: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano” (Lucas 18:11)

No. Yo te digo que eres igual de pecador que el peor de los homicidas y mereces el mismo destino que él. “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10) Te crees más santo por no idolatrar, no adulterar o no matar, mas debes saber que en cuanto murmuras contra tu prójimo o envidias el bien de tu vecino, ya estás siendo culpable de toda la ley. Si piensas que tus acciones son menos condenables que las de tu prójimo frente a Dios estás intentando justificarte por la ley y, por tanto, has roto con Cristo, has caído de la Gracia (Gálatas 5:4) Recuerda que ningún ser humano será justificado por las obras de la ley delante de Él, porque de la ley es el conocimiento del pecado (Rom 3:20)

Por escuchar ahora esta Ley te estás dando cuenta que mereces el castigo eterno. Jesús te dice: arrepiéntete o perecerás igual a los salvajes zelotes.

El reino ha venido a tu vida. Cristo, Dios manifiesto en carne, ha venido a rescatarte con su muerte expiatoria en la Cruz. Mi alma tiene sed de ti, Señor. ¿Dónde te hallo? ¿Dónde está el Señor?, parece que te oigo preguntar.

En la Cruz, padeciendo el derramamiento de sangre que te correspondía a ti. Allí está colgado, mirándote con amor y ternura. “Dios sé propicio a mi, pecador” (Lucas 18:13), decía el compungido publicano. Jesús, ten misericordia de mi, pecador.

Ese arrepentimiento genuino es como el abono del árbol de la vida, comentaba Agustín. Tu arrepentimiento fortalece más y más el reino. “Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse” (Lucas 15:7)

Arrepentido de tus faltas, se te abre el camino de la salvación. Se resquebraja el mar de la perdición. Así, de la misma manera que Moisés y su pueblo fueron bautizados en el paso del mar Rojo, tú has regenerado sido en tu bautismo, que cubre todo pecado mediante tu fe. Come y bebe de Cristo, alimento y bebida espiritual, sanadora de todo mal. Arrepiéntete y entrégate a Cristo, no teniéndote por superior a tu vecino, sino como el más vil pecador que merece la muerte.

El arrepentimiento debe ser diario mas la Cuaresma es nuestro período litúrgico por excelencia dedicado a la contrición por nuestros pecados. El Señor demora el talar el árbol a la espera de que más hijos suyos vengan a Él y se arrepientan. Aún hay tiempo. El Señor viene. Arrepiéntete y vivirás.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL MILENIO GLORIOSO DE JESUCRISTO REY.

DOMINGO DE RAMOS

DÍA DE LA EPIFANIA