DOMINGO DE ASCENSION
Asciendes con Cristo al Padre.
Juan 16: 5-22
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio
Me encantaría seguirte, Señor, pero no puedo. Mi fe no es suficiente; mi fe es débil; no te percibo con la suficiente fuerza como para seguirte. Quisiera seguirte pero no puedo, afirmaba Lutero en su sermón de la Ascensión. ¿Has experimentado algún sentimiento de orfandad con respecto a Dios? Posiblemente hayas sentido en alguna ocasión el abandono de Dios. ¿Dónde estás, Dios mío, que me siento tan vacío de ti? ¿Por qué, Señor, escondes tu rostro de mí?
¿Qué haremos si nos
falta Jesús? Se preguntaban los atribulados apóstoles. Iban a quedar solos,
desamparados.
Jesús lo sabía.
Por eso les dice: “tristeza ha llenado vuestro
corazón”. Ahora yo te pregunto: ¿acaso no es consuelo saber que
Dios conoce la gran tristeza que hayas podido experimentar por su abandono, por
el enorme encargo que te ha hecho? ¿Acaso Dios no es consciente de las dudas
que has tenido? ¿Seré capaz de estar a la altura de Jesús? Te preguntas. Dios
lo sabe. Jesús lo sabe. Jesús conocía la gran tristeza que dejaba en las almas
de sus seguidores justo antes de ascender.
Sin
embargo, Él dice: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya…” Como
si dijera: aunque sufráis, aunque sufras por mi ausencia temporalmente, yo
nunca os abandonaré. Y la razón por qué conviene el sufrimiento, la manifiesta
diciendo: “porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más
si me fuere, os lo enviaré”. Él se va al Padre pero el
Espíritu Santo vendrá a ti.
A veces parece que Dios se aparta, que esconde su rostro de ti,
que se olvida de ti. Mas es solo apariencia. Dios sigue ahí, al mando. El
sufrimiento conviene y es permitido por una causa mayor. Piénsalo. Medita sobre
lo que has ganado con esa sensación de abandono. Uno nunca sabe lo que tiene
hasta que le es arrebatado. Una vez sientes la sed de Dios, cuando vuelves
hacia Él, su presencia se hace más dulce que nunca. Piensa en el gozo de los
apóstoles cuando les fue revelado que el Consolador vendría para ya nunca más
abandonarlos. Leemos las maravillas que realizaron los apóstoles llenos del Espíritu
Santo en el libro de Hechos. Separándose Cristo corporalmente, vino a ellos espiritualmente,
no sólo el Espíritu Santo, sino que también el Padre y el Hijo. La Trinidad
perfecta en su unidad viene a ti.
La perfección de la obra de Dios se consuma con la venida del
Espíritu Santo al mundo. El Consolador viene para convencer al mundo del
pecado, de la justicia y de juicio.
¿Qué significa que viene para convencer al mundo del pecado? El
Consolador viene a manifestar el pecado del mundo que no creyó en Cristo. El no
viene a condenar, sino a anunciar la condenación de aquellos que no creen en el
Redentor del mundo.
¿Qué significa que viene para justicia? Como otra cara de la
moneda, viene para llamarte al
arrepentimiento; para convencerte de que Jesús es el Mesías y Redentor del
mundo; para liberarte de la esclavitud del pecado por medio de la cruz
liberadora de Jesucristo.
¿Qué significa que viene para convencer al mundo del juicio? Viene
a recordar al mundo, a recordarte a ti, que el Príncipe de este mundo ha sido
vencido, ha sido juzgado e irrevocablemente condenado al fuego eterno. Jesús
muriendo en la cruz y resucitando de la muerte ha vencido al Diablo en su
terreno. Jesús ha condenado no solo al Maligno sino a su séquito del mundo que
lo imita en soberbia e impiedad.
Todo está cumplido. Jesús asciende al Padre,
de donde vino.
Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre,
todopoderoso y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Este artículo de fe que
repetimos cada domingo debe ser recordado con gozo y esperanza. La ascensión no
debe ser considerada como algo hecho por Cristo en interés de su propia
persona. Para nada. Esta ascensión la hizo Cristo por ti, de tal manera que tú,
por medio de Cristo, único intercesor y mediador, estás sentado a la diestra
del Padre. Cuando escuchas estas palabras puedes temblar de gozo viendo la
grandeza de la obra del Señor en tu vida. Muchos pueden creer en la Ascensión,
hasta el Diablo cree en ella, pero pocos pueden creer de corazón que Él
ascendió junto al Padre para llevarte a ti junto al Padre. ¿Qué necesitas hacer
para ascender con Cristo al Padre? Solo cree, arrepiéntete y cree con amor, con
toda tu mente, todas tus fuerzas y todo tu corazón. La fe te llevará al Padre.
Cree, pues hermano, en Cristo para que su justicia te sea imputada por medio de tu Fe. Cuando el Maligno te tiente susurrándote al oído: ¿Dónde está tu Dios en medio de tu sufrimiento? Responde, sin miedo: he sido justificado por la sangre de Cristo, el príncipe del mundo ha sido vencido y condenado; ya no tiene poder sobre mí; he sido liberado por Cristo para siempre. Él está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por mí, mediando por mí. Él me está reservando un sitio entre sus huestes. Él ascendió a los cielos por mí.
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