PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE LA TRINIDAD
Marcos 5: 21-34.
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
¿Hay miedo en tu vida de hablar de Jesucristo? ¿Te da vergüenza confesar las bondades que el Padre ha realizado en tu vida por medio de Cristo? Te sabes justificado por amor del Hijo, sí, pero, ¿lo declaras abiertamente con gozo?
La mujer con flujo de sangre confiaba ciegamente en Jesús. Aún sin conocerlo personalmente, su enfermedad terrible la había obligado a poner toda su esperanza en aquel hombre que vagaba rodeado de seguidores por el litoral del mar de Galilea. La ciencia de los hombres se había visto incapaz de controlar y erradicar una desagradable enfermedad que no solo la destruía físicamente sino también la excluía de la sociedad, impidiendo que se pudiera casar o formar una familia. Ella había confiado en hombres, gastando todo su dinero, y había fracasado. Ella había aprendido que su esperanza solo podía residir en el Señor. Y ella sabía que el Señor caminaba frente a sí aquel día. Fíjate en las palabras de la desesperada mujer: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva” ¡Qué confesión de fe más poderosa!
Solo necesito tocar su manto, no necesito ni palabras de él, ni someterme a ritos, ni cumplir determinados mandatos para ser salva. No, solo necesito tocar a Jesús. Él es el poder de Dios, Él es la diestra de Dios y su Logos. De Él emana el mismo poder de Dios: la santidad que destruye toda muerte, enfermedad y pecado.
Abriéndose camino entre la multitud, acaricia sus vestidos. Jesús se percata. Él sabe quién lo ha tocado, mas pregunta: “¿Quién me ha tocado?” Jesús quiere que la mujer confiese su Fe ante el público, manifieste que por su fe en Cristo fue salva. Jesús quiere que lo confieses en tu vida; Él quiere que proclames al mundo que el egoísmo ya no te controla, que te has negado a ti mismo y que vives para Cristo, tu Señor y tu Salvador. Quiere que confieses que has nacido de nuevo; que fuiste sanado por Jesús. Es Jesucristo quien pregunta al mundo hoy: ¿Quién me ha tocado?
Entonces la mujer temblorosa por la situación, avergonzada de lo que había hecho, quizás, pero ya libre, se postra ante Él y confiesa. Humildad y arrepentimiento. Jesús se compadece de tanta fe, diciéndole: “Hija, tu fe te ha hecho salva, ve en paz”.
Yo hoy te quiero hablar de la confesión pública de la mujer. La Escritura nos señala que tuvo miedo y hasta temblaba por lo que había hecho. Ese pavor que la afligía fue superado y confesó que Jesús la había salvado.
Esta es tu lección de hoy. Tú has sido limpiado por Cristo en la Cruz. No tengas miedo de expresarlo en público. Confiesa toda la Verdad, el Evangelio de Cristo, a toda criatura. Exprésalo no solo con palabras sino con acciones. Sé Hacedor del Evangelio.
Ahora, tras tocar a Cristo a través de su Palabra, ve en paz, sano del azote de tu pecado, libre para proclamar las maravillas de tu Redentor.
Comentarios
Publicar un comentario