27º DOMINGO DE COTIDIANO

 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

Lucas 19:1-9.

Asciende a la Cruz salvadora.

Zaqueo era un hombre poderoso. Se sentía con autoridad y mando. No en vano se había pasado buena parte de su vida coaccionando a los habitantes de Judea para que pagaran los exorbitados tributos que la República romana exigía a su población. No contento con ello, y aprovechando la ventaja que ofrecía Roma a los odiados publicanos, requería al pueblo una cuantía superior a la mandada por sus autoridades y llenaba sus bolsillos con la diferencia. Zaqueo era rico a costa de los otros. Zaqueo se creía intocable.

Una mañana cualquiera debió escuchar un bullicio creciente que surgía de la entrada de la ciudad de Jericó. Al preguntar de qué se trataba, se percató de que estaba viniendo a esa urbe el famoso rabino Jesús de Nazaret. Ese del que se decía que expulsaba demonios, curaba leprosos y devolvía la vista a 
los ciegos. En ese momento Zaqueo no lo sabía pero Jesús había ido a Jericó a buscarle a él.

Hasta ese día Zaqueo ponía su corazón en sus riquezas fraudulentas. Esa mañana, sin embargo, no sabemos cómo, el Espíritu Santo tocó su corazón y le hizo echar a andar a buscar a Jesús. Era la Gracia previniente. Esa Gracia que Dios envía a toda la humanidad y que da el primer paso, aún no definitivo, para la salvación. Zaqueo no resistió a tal Gracia, sino que la siguió. Era tanta la multitud que se agolpaba para ver a Jesús que nuestro pequeño Zaqueo no alcanzaba ni siquiera a verlo. Zaqueo, al ver que por sus propios medios no podía llegar hasta el Cristo, decide ascender a una higuera seca cercana. Desde allí, encumbrado por encima del resto, tuvo una visión perfecta de su Señor.

¿Has notado alguna vez que tu condición de pecador no te permitía tocar a Dios, sentir a Dios, amar a Dios? ¿Has sentido como tu pecado te ha apartado un tanto de la presencia del Señor?

Sigue el ejemplo de Zaqueo. Su baja estatura es tu condición de pecador. Contempla con corazón humilde, sabiendo tus limitaciones y asciende al árbol de la redención: el madero de la Cruz de Jesús. Por un árbol entró el pecado en el mundo y por otro, el pecado del mundo fue perdonado.

Zaqueo pecaba terriblemente de avaricia. Sin embargo, Zaqueo, movido por la Gracia del Espíritu Santo, ascendió sin miedo a la higuera para contemplar su salvación.

Hoy te digo, hermano, que en el árbol de la santa cruz podrás ver y tocar a Dios. Allí encontrarás el indecible amor del Bendito que tomó tu pecado y lo derrotó. Ese amor que empujó a Cristo a la vergüenza de la Cruz, que lo exaltó y que lo tornó en el Vencedor del Mal, en tu Salvador.

Jesús miró con amor y misericordia a Zaqueo. Él no hizo como tantos otros que no se mueven ante las cosas de Dios. Él estaba deseoso de no perder la ocasión de ver al Mesías.

El amor del Dios vivo destruyó completamente el corazón duro de Zaqueo. El avaro publicano lo recibió gozoso, estando dispuesto incluso a entregar a los necesitados, a esos a los que antes exprimía sin piedad, la mitad de sus bienes. Cristo al ver su fe lo bendijo posando en su casa.

Imagino un gesto de gozo y de felicidad en el rostro de Zaqueo. De cierto, era aquella sensación de paz que no provenía de nada humano lo que motivaba al publicano resarcir sus pecados. Esa paz que jamás había sentido en su vida la tenía ahora por obra y Gracia de aquel Jesús que había ido expresamente a buscarle a Él; a traerle la salvación a él.

Jesús es tu salvación. Cristo es quien, por medio de la Fe, te hace hijo de la promesa, hijo de Abraham. ¿Sientes esa paz? ¿Sientes esa confianza de que tu corazón regenerado ha sido elegido por Dios para que andes en caminos de obras de misericordia? Cristo está en tu corazón, en tu familia y en tu hogar. Esa paz ganada con su sangre es el mayor regalo que jamás te podrán entregar.

Y todo fue gracias a una Cruz. ¿Estás dispuesto cada día a subir a ella para contemplar tu salvación?

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